Siempre sabrá a poco la reflexión sobre el clima de degradación de la política institucional en este país. La política instalada está sumida en un estajanovismo descomunal en un intento de acumular cotidianamente mayores cotas de corrupción y metástasis moral. No obstante, hemos de aclarar que sabemos de la misa solamente la mitad: nos falta el conocimiento detallado de los corruptores, esto es, tenemos noticias de la corrupción de la superestructura pero no de la que surge en la infraestructura. Es más, hilando delgado en torno a los corruptores vuela por ahí un misterio acerca de por qué Millet no concita tanto el interés de la justicia, y no seguiré adelante (en relación a esto último) si no es en presencia de mi abogado, don Ramón Plandiura i Vilacís. Pero, en todo caso, dejo dos pistas en el aire: estar arropado por una senyera siempre tiene más garantía, aunque no toda, que ir a cuerpo juncal, especialmente cuando se es caco wagneriano y no cañí.