El gris Fernández ha hablado. Antes de que los técnicos presenten su informe sobre las causas del tremendo accidente del tren en Santiago de Compostela, el ministro del Interior ha dictaminado que «ha sido un fallo humano». Habló Blas, punto redondo. La pregunta es: ¿se ha precipitado el gris Fernández? La respuesta es: no, se ha anticipado con cazurra astucia costara lo que costara, cabiendo la posibilidad de que esté mintiendo a cosica hecha. Ha querido adelantarse a dos cuestiones.
La primera. A la interesada campaña de importantes firmas de la competencia que pueden hacerse con los contratos de la industria ferroviaria en Brasil, Estados Unidos, Rusia y Kazajistán. Especialmente cuando las autoridades españolas, desde el aznarato, han vinculado la alta velocidad a esa gilipollescencia de la «marca España». De manera que el gris Fernández – ese mismo que, en otras ocasiones, afirma aquello de «hay que dejar que trabaje la Justicia»-- arremete contra el maquinista para que no le vuelen los contratos a la industria española.
La segunda. Seguramente el gris Fernández sospechaba que no todo lo relativo a los servicios de auxilio era lo suficientemente adecuado. Es más, a ciertos fallos algunos de ellos muy relevantes. De modo que para polucionar (o mejor dicho, retrasar las críticas) se erige, simultáneamente, en fiscal y juez: es «un fallo humano». Les ruego que lean detenidamente el reportaje de El País: Servicios de auxilio tuvieron claros errores de coordinación.
En resumidas cuentas, este politicastro, de momento al margen de los informes periciales, sentencia por su cuenta lo que ha ocurrido y señala al chivo expiatorio. Por lo demás, ahí tenemos otro detalle: el gris Fernández invade las competencias de la ciencia y la técnica con el mismo soez desparpajo que su partido lo hace en los intersticios y aparatos del Estado.
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