Riccardo Terzi
El principio de la autonomía del sindicato forma parte, desde hace ya bastante tiempo, de ese conjunto de fórmulas ideológicas sobre el que parece existir un consenso general.
La autonomía no tiene ya adversarios declarados, y en consecuencia es opinión común que se trata de un problema definitivamente resuelto. Me parece una conclusión muy apresurada y superficial. Las representaciones ideológicas tienen una relación compleja, y a menudo contradictoria, con la realidad, y nunca resulta un buen método juzgar una realidad social determinada sobre la base de sus estructuras de autorrepresentación. El análisis científico sólo merece ese nombre cuando sabe penetrar más allá del velo de las ideologías.
Sigue siendo válida la tesis de Marx: es el ser el que determina la conciencia, y no viceversa. En cambio, si nos detenemos en el nivel de la representación, muy pronto descarrilamos, es decir, perdemos totalmente nuestra capacidad de observación objetiva de los fenómenos histórico-sociales. Tendríamos, por ejemplo, que concluir que la democracia política se ha realizado ya por completo, puesto que ha vencido en el terreno ideológico, si presuponemos que existe una coincidencia de la ideología con la realidad, verificable tan sólo en muy raras ocasiones.