Se quejaba hace unos días Lidia Falcón en un enfadado artículo en Público que no encuentra discurso de clase (se supone que potente y fundamentado) ni en los medios ni en los análisis que intelectuales y políticos desgranan desde hace meses en Catalunya. En sus propias palabras:
“Recordando con Marx que el nacionalismo es un invento de la burguesía para dividir a los trabajadores; homenajeando a Flora Tristán, la creadora de los sindicatos y autora del lema universal “Proletarios del mundo, uníos”; y releyendo a Rosa Luxemburgo sus textos sobre las nacionalidades, exijo con rabia encontrar en los numerosos artículos y análisis escritos por los intelectuales de izquierda un discurso de clase sin tapujos, camelos ni eufemismos.”
Pues yo sí he encontrado un discurso como los que reclama Lidia Falcón en David Fernández en el acto de presentación de la pregunta sobre la Deuda ilegítima que nos formulan desde el Multireferendum. Quienes entiendan el catalán lo seguirán sin dificultad y complicidad creciente… y quienes no estén tan familiarizados con el catalán, prueben a seguir los argumentos, porque igual se llevan una sorpresa y entienden mucho más de lo que sospechaban inicialmente…
Aunque el tema relevante sea la Deuda ilegítima, no me resisto a añadir, para acabar, unas notas (nada fáciles, como reconoce su editor, Salvador López Arnal) sobre la formación del estado-nacional francés, y descifradas de un manuscrito de Manuel Sacristán. Y lo hago porque el Video que editó SICOM viene con el título “Soberanía es ser independiente de los mercados financieros” y me parece que el fondo del asunto no está tan lejos de lo que escribió Sacristán hace ya algunas décadas, y alguna luz puede echar sobre el análisis de la soberanía en el siglo XXI revisitar a uno de los filósofos marxistas más injustamente tratados del siglo XX. Escribió Sacristán:
“La idea de que el proletariado no está objetivamente interesado en el problema de las nacionalidades tenía raíces teóricas profundas en el marxismo socialdemócrata. Éste era, a principios de siglo, un marxismo unilateralmente obrerista, determinista, economicista, penetrado de la idea de que el momento histórico no tiene más motivos que los basados directa e inmediatamente en la vida económica. (…) Esta reducción de la lucha de clases a su base más estrecha hace que desaparezcan todos los problemas no estrictamente económico-corporativos. Y así la socialdemocracia acaba por proponer a la clase obrera una política en realidad medieval: corporativista, estamental, impropia de una clase que va representando y más, con el trabajo, los elementos definitivos (?) de la vida de la especie.
Para ser revolucionaria, para conseguir el cambio y la sociedad que nazca de él, la clase obrera tiene plenamente que superar su desinterés corporativo y construir, organizar explícitamente su universalidad, su carácter de representante de toda la especie, de portadora del futuro de toda la especie. Para conseguir eso tiene que abarcar todas las realidades sociales, e indicar las vías del desarrollo de éstas(…)”
Y de otro momento, siguiendo el mismo discurso, recupero esta cita que considero excelente:
“La nacionalidad es, por de pronto, un conjunto de rasgos del individuo, un bloque de características lingüísticas, culturales y principios, que constituyen su modo de ser… Todo eso es realidad, incluso es realidad cotidiana del individuo.
Lo que no es vida real de cada cual, sino aparato ideológico de dominio sobre los individuos, es la serie de ideas especulativas postuladas para gobernar esa realidad, como la idea de destino nacional, la de derechos históricos, el orgullo de patrimonio imperial, etc. Ningún individuo, ni ningún pueblo tiene más sentido que el de vivir, incluyendo en el vivir la muerte.
Todas las vestimentas patriotas, son ideología y falsa consciencia encubridora de dominio”.
Manuel Sacristán “El orden y el tiempo (Introducción a la obra de Antonio Gramsci)”
