En Can Vallerià Pujoltambién se habló ayer de la solidaridad con Grecia.
El gobierno griego ha conseguido, de momento, un respiro de cuatro meses. En todo ese tiempo continuará el tira y afloja entre Tsipras – Varoufakis y el Eurogrupo, más exactamente Alemania. Digamos las cosas con claridad: lo que verdaderamente se juega en estos próximos meses es la suerte del pueblo griego e inseparablemente el carácter de la Unión Europea. Políticamente lo que está sobre el tablero es si el resultado de unas elecciones libres va a ser respetado hasta las últimas consecuencias o va a ser estrangulado. Y, por extensión, si Europa será democrática o va a ser gestionada (que no gobernada) por los poderes ocultos del dinero y sus lógicas de poder. Esto último nos lleva a la siguiente consideración: toda la sociedad europea está concernida por el problema griego, por la extremista intransigencia del Eurogrupo y sus franquicias. Por supuesto, esto nos incluye a nosotros, españoles.
Cuatro meses es poco tiempo, ciertamente. Pero también a la sociedad organizada le da un respiro para movilizarse con urgencia. Especialmente para evitar uno de nuestros consolidados defectos: reaccionar cuando todo el pescado está vendido. Esta es una solidaridad irredenta. Que solo sirve para tranquilizar las conciencias. Si cuando acabe el plazo la Unión europea ahoga a Grecia cualquier reacción en su contra habrá servido de poco. Eso es tan obvio que ni siquiera nos molestamos en razonarlo.
Hasta donde yo sé las movilizaciones españolas en solidaridad con el pueblo griego y su gobierno han sido testimoniales. Grupos muy reducidos se han manifestado en solidaridad. Lo que ha predominado por lo general ha sido el silencio, el silencio precavido. Es, sobre todo, un silencio que parece estar vinculado a esa manera de hacer política escindida entre la cosa nacional y la europea. La clave la da Javier Aristu:
«Por eso es necesario ver la cuestión de Grecia como algo que nos compete a todos. No es solo solidaridad con la víctima, es también decidir si queremos una Europa de los pueblos libres o un conglomerado de intereses corporativos y financieros. De ahí la importancia de que las fuerzas sociales progresistas, partidos de izquierda y personalidades referentes se unan hoy en torno a la defensa de Grecia. Eso es hoy defender Europa.» (1) O lo que es lo mismo: el agua clara y el chocolate espeso.