Nota editorial. Las recientes elecciones peruanas apenas si han tenido eco informativo en España. Por eso Metiendo bulla le ha pedido a Carlos Mejíauna opinión sobre el particular. Aquí la tienen nuestros amigos, conocidos y saludados.
Carlos Mejía
Sociólogo. Asesor de la Confederación General de Trabajadores del Perú*
El domingo pasado se realizaron las elecciones en segunda vuelta, y al 90.50% de las actas contabilizadas, el candidato Pedro pablo Kuczynski del partido Peruanos por el Kambio (PPK) tiene 50.11% y la candidata Keiko Fujimori del partido Fuerza Popular tiene 49.88%. Entre ambos candidatos hay alrededor de 41 mil votos de diferencia. Para darnos una idea, es casi la misma cantidad de personas que pueden llenar la Bombonera de Nervión.
En algunas horas, el organismo electoral terminará el conteo y proclamará presidente a Pedro Pablo Kuczynski cerrando una de las campañas electorales más extraña, accidentada pero decisiva de las últimas décadas.
Pero, vayamos al principio.
En la primera vuelta, se presentaron más de una docena de candidatos. Hay que tener presente que el país vive una crisis política casi permanente. Como muchas repúblicas sudamericanas, los periodos democráticos se alternan con interrupciones militares de diferente signo. La última dictadura fue la de Alberto Fujimori, que, siendo elegido por elecciones en 1990, dirigió un autogolpe en 1992, cerró el Congreso, promovió una nueva constitución, hizo elegir un congreso a su medida y se reeligió una vez más.
Su asesor, Vladimiro Montesinos, tenía la costumbre de filmar los hechos más importantes de su gestión: la entrega de dinero público a congresistas, políticos, jueces, militares, periodistas, empresarios grandes locales y foráneos, artistas de televisión, un arzobispo y cuanta persona le resultara necesaria. Miles de videos que registran la miseria moral de una élite en decadencia. A los opositores que no tenían precio, los asesinaba. Entre ellos, por ejemplo, estaba Pedro Huilca, secretario general de la CGTP.
Para el año 2000, los videos se filtraron a la prensa independiente y la dictadura cayó en medio de una amplia movilización nacional. Ahora Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos están presos junto a muchos de sus secuaces. Varios miembros de su familia están escondidos en el Japón a pesar que la justicia peruana los reclama.
¿Por qué esta explicación de un dictadorzuelo promedio en América latina? Porque en estas elecciones, su hija Keiko Fujimori se ha presentado como candidata y ha logrado ganar la primera vuelta electoral.
En el Perú, tratar de entender cómo así una propuesta comprobadamente corrupta y antidemocrática sigue teniendo fuertes simpatías en el electorado, es un deporte nacional. Las explicaciones van desde el naif que ve en el fujimorismo actual, el germen de un partido democrático de derechas hasta el otro extremo, que lo entiende como una red de clientelas delincuenciales.
La campaña fujimorista empezó tratando de presentar una imagen nueva, un discurso conservador, ligado a los viejos valores del catolicismo junto con demandas de mano dura contra la delincuencia común. Como un plus, está la promesa implícita de liberar al ex dictador de su carcelería apenas lleguen al gobierno.
Como ya será fácil deducir, el Perú enfrenta una crisis de partidos de dimensiones considerables.
El resto de la oferta electoral no era para entusiasmarse. César Acuña, un caudillo regional y empresario de la educación privada; Julio Guzmán, un candidato construido por un grupo comercial en base a focusgroupsy encuestas; Alan García, un viejo saurio de un más viejo partido que alguna vez fue socialdemócrata y ahora es sólo un lobby empresarial, y Pedro Pablo Kuczynski, un viejo tecnócrata liberal que comparte un pasaporte estadounidense junto con el peruano.
¿Y los nuestros?
Bueno, las izquierdas peruanas estaban divididas y bien peleadas entre sí, faltaba más. Nos hemos pasado el ultimo año tratando de resolver nuestras bizantinas diferencias, sin ningún éxito. A esto le sumas la brecha generacional -que ya más parece una falla geológica- y el machismo que ningunea a mujeres, gays y lesbianas, para tener una idea de lo lento que es construir la unidad.
Al final, una parte logró presentar una candidatura de izquierdas, con la compañera Verónika Mendoza a nombre del “Frente Amplio”.
Faltando poco más de un mes antes de la primera vuelta, el organismo encargado del proceso electoral tacha dos candidaturas que en ese momento se encontraban en el segundo y tercer lugar de la intención de voto. Si, faltando poco más de un mes antes de las elecciones. Banana Republic.
De esta manera, Julio Guzmán y César Acuña quedaron fuera de las elecciones. De pronto, la escena electoral se trastoca. Keiko seguía adelante y aparecen Kuczynski, Mendoza y Barnechea. A éste último no lo hemos mencionado. Basta decir que a pesar de un discurso muy socialdemócrata oldstyle, cayó en desgracia por enfrentarse a uno de los valores fundamentales de la peruanidad actual: la comida. Sí, es cierto.
En las dos últimas semanas antes de la primera vuelta dos mujeres disputaban los primeros puestos. Keiko Fujimori y Verónika Mendoza. La candidata de la derecha fujimorista y la candidata de la izquierda ecologista y participativa.
Una polarización de este tipo no resultaba del agrado de los de siempre, y se desató una campaña mediática para demoler a la candidata de la izquierda. Lo habitual, claro, que comunistas, que terroristas, que comemos niños, que se acaba el mundo. En fin. Lo más triste es que la campaña del miedo funcionó. La clase media limeña, optó por Kuczynski, el tecnócrata de 80 años antes que, por Mendoza, la antropóloga de 35 años. Ve sacando tu línea.
Y así terminamos en un balotaje entre dos candidatos de derecha. La última vez que se eligió a un candidato con un discurso de derecha fue en 1956, hace 60 años.
La campaña entonces, a pesar de ambos candidatos se polarizó entre el fujimorismo y el antifujimorismo. Kuczynski o PPK como le dicen habitualmente, fue el medio para expresar el rechazo de la mitad del país a lo que significó y aún representa Keiko Fujimori.
En las dos últimas semanas de campaña, -porque en la política peruana el “mediano plazo” se cuenta en semanas-, se difunden una serie de reuniones de la candidata Fujimori con empresarios mineros ilegales, falsos dirigentes sindicales dedicados a la extorsión y el responsable político de organización de su partido es investigado por la DEA por posible lavado de activos vinculado al narcotráfico. Para redondear, el candidato a vicepresidente es señalado como responsable de alterar un audio para desvirtuar las acusaciones de narcotráfico del otro dirigente. El audio alterado apareció en un programa periodístico cercano al fujimorismo. En fin, que el fujimorismo mostró en poco menos de 15 días su rostro de corrupción, mentira, delincuencia y cinismo.
Por su parte, Kuczynski recibió el apoyo de todas las fuerzas progresistas, del Frente Amplio, de la CGTP, de la misma Verónika Mendoza y de los jóvenes activistas que organizaron dos multitudinarias marchas bajo el lema “Keiko No Va”. Y es que al final entendimos que un retorno del fujimorismo significaba la derrota por mucho tiempo, de cualquier aspiración democrática para no hablar de un proyecto de cambio social.
Y bueno, ya la historia es muy larga, sólo queda decir, que Kuczynski ha ganado las elecciones a pesar de sí mismo. En el Congreso tienen mayoría los fujimoristas, pero la derrota es un duro golpe que esperamos los lleve a su división y posterior disolución.
El Perú tiene nuevamente una bancada de izquierda después de 20 años. La izquierda que representa el Frente Amplio será oposición y para ello cuenta con 20 parlamentarios. Los trabajadores organizados celebran la derrota de la hija del dictador mientras se preparan para las nuevas jornadas de lucha.
· Carlos Majía (en la foto de arriba) cuenta con un blog del que algunos somos devotos. "Bajada a bases": http://www.sindicalistas.net/
