Han transcurrido 11 años desde el salvaje asesinato del obispo auxiliar de la arquidiócesis de Guatemala, Juan Gerardi Conedera, lapidado en el garaje de la iglesia de San Sebastián, a 100 metros escasos del palacio de Gobierno, en el corazón de la capital guatemalteca. El magnicidio ocurrió el 26 de abril de 1998, apenas 48 horas después de que el prelado presentara su informe Guatemala, memoria del silencio, que destapaba las atrocidades cometidas por el Ejército durante la guerra civil (1960-1996) que dejó un saldo de 250.000 muertos.