Miguel Ángel sufrió artritis pero conservó sus manos hasta la muerte por el duro trabajo con el cincel.
Un estudio cinetífico publicado en el Journal of the Royal Society of Medicine analiza los rastros de la deformidad de los huesos de su mano.
Pese a los continuos dolores, el genio italiano que trabajó para ocho papas, continió utilizando el martillo y el cincel hasta seis días antes de su muerte, en 1564.













