En un mundo que aspira a clasificarlo todo, Carles Marigó parece haber llegado para, precisamente, romper con cualquier intento de etiquetaje. Es un pianista clásico, tan clásico como para haber obtenido las mejores calificaciones en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú; pero también se ha formado en jazz y música moderna, y su talento para la improvisación le ha convertido, con solo treinta años, en profesor de la materia en los dos grandes centros superiores de música de Barcelona, la ESMUC y el Conservatori del Liceu.