
El espacio es un entorno muy inhóspito para el cuerpo humano, pero nos adaptamos a él sorprendentemente bien: en pocas horas, el cerebro asume la ausencia de las sensaciones de arriba y abajo, como si flotar fuera nuestro estado natural. Y ahora, los investigadores están estudiando cómo nuestro reloj interno se adapta de forma similar a las restricciones del espacio. Un experimento patrocinado por la ESA ha descubierto que, aunque es posible sacar a las personas de la Tierra, no es posible sacar el ritmo terrestre de las personas.