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Miquel A. Falguera i Baró. Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña.


Es costumbre que la prensa en verano se dedique a aconsejar a sus lectores sobre actividades para disfrutar el ocio en vacaciones. También en este blog hallarán ustedes cuando llegan estas fechas recomendaciones de lecturas o divertimentos literarios escritos por su editor. No sé si es el calor y la modorra que comporta; o, tal vez, la falta de noticias y de debate ciudadano. Porque, aunque haya crisis y poco dinero, el Agosto mediterráneo –siendo insoportable- hace dormitar a los ciudadanos, para desconcierto de los teutones y otros tipos septentrionales.

Hace ya tiempo que José Luís me viene reclamando que escriba algo en este ilustre blog, pero uno se va haciendo el remolón, enfrascado en sentencias, publicaciones y en polémicas jurídicas.

Pero como la llamada del editor de hace unos días tenía carácter de ultimátum y uno precisa de un cierto reposo mental que lo aleje del debate iuslaboralista, me van a permitir que me sume a esa tendencia de la intrascendencia veraniega y les proponga que me acompañen por una breve caminata por mi barrio de acogida, Sants (aunque uno nació, y a mucha honra, en el menestral y obrero Poble Sec).  Por si se quedan en Barcelona de vacaciones –que la crisis es mucha crisis- o si, por un casual, son ustedes visitantes en mi ciudad (en este caso, sean ustedes bienvenidos).

Ya sé que con los calores no apetece mucho andar. Pero no se preocupen, la ruta que les propongo no tendrá más de cuatrocientos metros y, en su mayor parte, la realizarán ustedes bajo la sombra de frondosos plataneros. Y si quieren, podemos hacerla a última hora de la tarde, cuando ya los termómetros van a la baja.

Les propongo empezar el recorrido en la esquina de la calle Galileucon Valladolid. Delante suyo podrán ver un alta chimenea y, tras ella, un viejo edificio rehabilitado que alberga la escuela Barrufet(uno de los centros docentes de más amplia tradición democrática y multicultural de estos lares) y una biblioteca pública. Esa chimenea y ese edificio son los restos del denominado Vapor Vell, es decir, una de las primeras fábricas textiles instaladas en España que funcionaba con vapor (palabra que se utilizaba en catalán en el siglo XIX para denominar las nuevas empresas que usaban esa fuente de energía) Pueden acceder a información al respecto en Wikipedia, aunque les advierto que sólo hallarán entradas en catalán, euskera y noruego del norte.

Pero el Vapor Vell no fue una fábrica cualquiera. Aunque hubo luego muchas otras en Sants, allí se produjo una de las pocas experiencias luditas del movimiento obrero español (salvo que ustedes consideren que el extraño fenómeno de la Mano Negra era tal).  Tras la huelga de las selfactinas en 1854 (al respecto sí hay entrada de la Wikipedia en castellano), al año siguiente se produjo la primera huelga general en Cataluña, momento destacado en forma casi unánime por los historiadores como el inicio del movimiento obrero en España. A lo largo de ese conflicto y aquí, en esta esquina de las calles Galileu y Valladolid, resultó tiroteado el director del Vapor Vell, Josep Solé i Padrís, mano derecha del prohombre empresarial y mecenas de Gaudí Joan Güell i Ferrer (con calle en el barrio).  La respuesta del poder se cobró la vida del dirigente obrero Josep Barceló –por la imputación de otro lejano asesinato en un lugar que él nunca había visitado en un proceso lleno de irregularidades-. La primera escuela de formación sindical de la CONCllevó su nombre, por el empeño del maestro Ángel Rozas.

En esta esquina, si afinan el oído, aún podrán oír los gritos de aquella primera huelga y, si me apuran, el fragor del equivocado disparo.

Acompáñenme ahora por la calle Valladolid. Mientras tanto, podemos conversar del recientemente publicado R Decreto-Ley 11/2013. Ya sé que había prometido no hablar de Derecho, pero, amigo mío, mi mundo es ése y pocos temas más de conversación tengo para recorrer los apenas trescientos metros de dicha calle. Y, haciendo oídos sordos a sus quejas, empezaré destacando cómo dicha norma queda lejos de dar la cobertura necesaria en materia de Seguridad Social a una buena parte de los trabajadores a tiempo parcial (aunque se ha mejorado, un poco, la condición de las personas que llevan muchos años sin poder realizar jornada completa). Mas mi reflexión va por otros lindes: ese pequeño cambio surge de las variadas sentencias del Tribunal Constitucional que declararon contrario a la Constitución el trato legal anterior de ese colectivo. Pero ocurre que en otros pronunciamientos previos de dicho órgano se había prácticamente validado esa misma regulación. ¿Por qué esa deriva en el TC? El tema es simple: en noviembre pasado el Tribunal de Justicia de la Unión Europea había llegado a la conclusión que el mentado precepto infringía la Directiva Comunitaria de Igualdad de trato entre hombres y mujeres en materia de Seguridad Social, a raíz de una valiente cuestión prejudicial que había planteado el titular del Juzgado de lo Social número 33 de Barcelona, Joan Agustí.  Entonces, tras esa sentencia del TJUE, el TC dictó su primera sentencia al respecto, dando respuesta a la cuestión de inconstitucionalidad que había formulado el TSJ de Galicia… nueve años y medio antes…

Cabría preguntarse porqué nuestro TC ha sido –al menos, en el terreno laboral- tan pacato siempre declarando la inconstitucionalidad de las leyes estatales. Con contadas salvedades hallarán ustedes pocos supuestos en que dicha declaración se haya efectuado, con la excepción de normas que han sido ya previamente derogadas; o, como en este caso, cuando el TC no podía hacer otra cosa que seguir los dictados del TJUE.

Y es ésa una tendencia que no viene de nuevo: tiene una larga tradición. Es decir, que el órgano con exclusiva competencias para dilucidar si una ley (no un reglamento: eso lo podemos hacer los jueces ordinarios) se adecua a la Constitución casi siempre –salvo esos supuestos excepcionales “inocuos”- ha dado una respuesta positiva. Tal vez ello explique el claro interés de los partidos políticos en los nombramientos de sus miembros. ¿Quizás también explique algunos fenómenos recientemente conocidos de alta transcendencia mediática?

Pero, abstraído en la charla, no me he dado cuenta de que hemos llegado al final de la calle Valladolid, al desembocar en la de Vallespir.

Pues bien, si miran ustedes en frente podrán comprobar cómo hay un pequeño descampado vallado, de fincas derruidas hace años, cuando el entorno de la Estación de Sants tenía que ser remodelado, con motivo de la llegada del AVE. Pero, aunque el AVE llegó se acabaron los dineros. Y ahí seguimos, un lustro después, con un amplio espacio destartalado.

Pues bien, en ese descampado que verán ustedes al frente, en el número 12 de la calle Vallespir, se alzaba el Ateneu Racionalista de Sants dónde se celebró el famoso Congreso de Sants de la CNTcatalana en 1918 (hay entrada en la Wiki, aunque esta vez sólo en catalán); congreso en el que se aprobó el salto del modelo de sindicato de oficios y que conformó el nuevo  sindicalismo confederal, lo que conllevó al éxito, dos años después, de la huelga de la Canadenca y la conquista –por vez primera, aunque en forma efímera- de la jornada de ocho horas.


Acérquense todo lo que puedan a la valla. La tierra que pisarán la recorrieron hace casi un siglo Angel Pestaña y Salvador Seguí, el Noi del sucre.  

Font: upec
12/08/2013
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