Mark Blyth, Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Brown, acaba de publicar un libro en la Oxford University Press en el que explica la historia de la austeridad como la de una idea muy peligrosa. En espera de poder leer su libro, podemos ir abriendo boca con un artículo que nos brinda Infolibre para desconfiar de la Comisión Europa cuando afirma que a la eurozona le están yendo bien las políticas de austeridad. Su advertencia es demoledora:
“Si la eurozona se recupera y la lección que extraemos es que la austeridad ha funcionado, estaremos condenados, como en la conocida fórmula de Marx, a agravar la tragedia, repitiéndola como farsa cuando llegue una nueva crisis económica. Con 26 millones de parados en la eurozona y sus países periféricos arrastrando más deudas de las que pueden aspirar a devolver como consecuencia justamente de las políticas realizadas, la idea de que la austeridad ha sido eficaz, o incluso que ha actuado sobre los verdaderos problemas económicos de esta crisis, es completamente equivocada.”
Los argumentos de Blyth para demostrar que la austeridad poco o nada tiene que ver con una deseable recuperación en la U.E son tan simples como incontestables. En primer lugar, nos dice, los promedios son engañosos. “Elimínese a Alemania y a Francia de los datos y se verá que la eurozona no se está recuperando. El inesperado crecimiento de Portugal, al igual que el de Francia, se explica por el hecho de no haber cumplido los objetivos de la troika, permitiendo que los estabilizadores automáticos funcionen. Es decir, crecen porque no están aplicando la austeridad.” Aunque lo cierto es que Portugal está sufriendo duramente por los recortes y sólo recientemente ha plantado cara a la troika, lo cierto es que el camino ahora emprendido contra la austeridad parece consolidarse. En cambio, nada que objetar a la afirmación de Brown de que el rebote de Alemania se debe, como de costumbre, a las exportaciones, que dependen del crecimiento fuera de la eurozona.
En segundo lugar, sigue advirtiendo, una golondrina no hace verano. Si retrocedemos 18 meses, hasta la última vez en que se supone que la eurozona se recuperaba, veremos que las predicciones de entonces se alejaron bastante de la realidad.
Y en tercer lugar, afirma, “si esto es una verdadera recuperación, parece bastante raquítica y no conseguirá restaurar el empleo y el crecimiento dada la profundidad del hoyo en el que nos ha metido la austeridad. Serán necesarios muchísimos años para que con tasas de crecimiento de entre el 1 y el 2%, podamos volver a los niveles anteriores a la crisis”.
Todos estos argumentos nos permiten añadir más incredulidad a las afirmaciones de Rajoy y su Gabinete sobre los fantasmagóticos brotes verdes en España, o sus promesas de recuperación para el 2014, con o sin capotes de la Virgen del Rocío. La austeridad es mala, y no sólo para la salud: de hecho, la “austeridad” que nos están imponiendo tiene mucho más que ver con una ideología reaccionaria que no con la economía. Y así parece verlo también Blyth cuando insiste en que si queremos entender por qué no es la austeridad la que ha provocado la recuperación, hay que tener en cuenta que la economía que ha crecido más y que en mayor medida ha reducido los déficits es la norteamericana, que no ha realizado recortes hasta muy recientemente. Y como dato revelador nos recuerda que el Reino Unido “ha estado renqueando durante los pasados cuatro años porque voluntariamente ha decidido apretarse el cinturón; su reciente recuperación tiene mucho que ver con las ayudas a la compra de pisos, habiéndose dedicado 1300 millones de libras al mercado de la vivienda en los últimos seis meses. “Sin embargo, la Europa periférica (y en especial Grecia y España) es la que más recortes ha introducido y ahora se encuentra con una deuda mayor, desempleo masivo y un PIB considerablemente menor.
La conclusión parece obvia: por más que nos quieran hacer creer la tesis de que al final la austeridad ha funcionado, no tiene base alguna. Es más bien al contrario: la austeridad fue una política errónea desde el principio. Una gran coartada, añado por mi parte, que justificó el trasvase de los fondos públicos a los bancos con problemas y que permite que sigan sin regulaciones, reintentando sus “hazañas” mientras dejan sin casa ni ahorros a millones de personas en todo el mundo. La austeridad ha sido y sigue siendo para el capital financiero IMPUNIDAD.
Volviendo a Blyth: “El problema de fondo en Europa no ha sido en ningún momento la carga de la deuda de los Estados. No cabe negar que ha habido una crisis en los mercados de deuda soberana, pero la carga de la deuda de todos los Estados europeos ha aumentado en los últimos cuatro años, en algunos casos de forma espectacular, si bien los tipos de interés de la deuda soberana se han reducido. El problema al que de verdad se enfrenta Europa es el de un sector bancario que es tres veces mayor y tiene el doble de apalancamiento que el de Estados Unidos, rebosante de activos tóxicos que el Banco Central Europea, a diferencia de la Reserva Federal norteamericana, no puede hacer líquidos, ni eliminarlos de su balance general, ni mutualizarlos con otros activos. Al descubrir la falta de credibilidad de los seguros que puede ofrecer el banco central por los activos en euros, los mercados comenzaron a comienzos de 2010 a valorar el riesgo de ruptura, provocando una subida de los tipos de interés de la deuda. Los activos en dólares o libras esterlinas no se vieron afectados. Los mercados no pedían austeridad, lo que querían era seguridad, que sólo obtuvieron cuando los programas LTRO y ELA comenzaron a funcionar y Draghi anunció su promesa de hacer todo cuanto fuese necesario para salvaguardar el euro.Si el objetivo final de la austeridad era reducir el interés que se paga por la deuda pública reduciendo el nivel de esta, esta política ha resultado, en el mejor de los casos, inútil y, a la vista de su impacto en el bienestar económico de los países afectados, cabría concluir que ha sido letal.
En lugar de aprender la lección equivocada sobre el empacho de austeridad que ha sufrido Europa, sería mejor admitir de una vez que es imposible curar un sistema bancario lisiado mediante reformas fiscales. En este sentido, el objetivo debería ser la paralizada Unión Bancaria, no más recortes. Y aunque no hay duda de que las economías periféricas necesitan reformas estructurales profundas, llevarlas a cabo en medio de una depresión causada por políticas económicas inadecuadas no restablecerá el crecimiento que es necesario en última instancia para reducir la deuda. La austeridad no ha traído la incipiente recuperación. El crecimiento vuelve a pesar de los recortes, no gracias a ellos.”
