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Homenaje al maestro de sindicalistas Luis Romero 




«A nadie le apetecen los debates», le oímos al Registrador de la propiedad que por esas cosas de la vida está ahí, viendo pasar el tiempo, ejerciendo de «presidente del gobierno disfuncional en funciones», según ha dejado escrito el joven Jesús Penedo.  La  frase del Registrador tendrá mucho recorrido, comparable a otra que exclama un personaje en la película También un sheriff necesita ayuda: «No me gustan los limpios».


En primer lugar, digamos que, sin que sirva de precedente, el Registrador de la propiedad ha sido involuntariamente sincero: a él no le gusta debatir, y como excusa se acoge a la dudosa respetabilidad de ese «nadie» --o sea, toda la ciudadanía--  que dice representar. En esas circunstancias, debatir sería una anomalía de los folloneros y otros mercachifles de la palabra.


Salida o no del subconsciente del Registrador de la Propiedad, la frase de marras parece un indicador de esas «zonas grises» de la democracia, de las que habló en su día Alain Minc. Y una expresión del código genético de cómo se entiende la política en la cofradía del partido que preside nuestro Registrador, que tiene una aproximación epistemológica a la que pronunció  un personaje zarzuelero (La del soto del parral): «Esto es una democracia, pero aquí no se practica». Otra frase que está a la altura de la oración que nos propuso, Agustín, el obispo de Hipona: «Señor, hazme casto, pero no ahora».


Que «a nadie le apetecen los debates» es un constructo de las derechas autoritarias, que incluso se confronta con las liberales. Sólo vale la opinión de aquel líder político, cuya opinión es por lo general fruto de la subasta organizada por los poderes económicos, y cuya voz se va convirtiendo gradualmente en «palabra profética» tal como nos alertó Norberto Bobbio en su libro-conversación con Maurizio Viroli Dialogo in torno alla Reppubblica(Editorial Laterza, 2001).  Claro, la palabra profética que, en ausencia de debate, convierte al líder en demagogo oligárquico, cuyo discurso tiene su origen en las sobras de otros festines.  


La novedad, ahora, es el amancebamiento de los poderes financieros y mediáticos para conformar un garrulo sentido común de masas, orientado ora a la indiferencia, ora a la sumisión, sea esta voluntaria o involuntaria. La crítica debe ser, así las cosas, de baja tonalidad y siempre cooptable, sin capacidad de intimidación a lo que se considera definitivamente dado. Léase, por ejemplo, el artículo de Antonio BaylosDemocracia amordaza” en http://baylos.blogspot.com.es/2016/05/democracia-amordazada.html


Conclusión provisional: al Registrador de la propiedad el hecho de debatir le parece un fastidio y considera que deliberar es un perifollo y cosa de diletantes, algo que se escapa de la lógica del mando.  Séame permitido un desahogo personal: cuando yo era niño chico procuraba meter baza en las conversaciones de mis mayores, la respuesta inmisericorde que me daban era: «Niño, en la mesa no se habla». Pero ellosno paraban de darle a la sin hueso.

 

Radio Parapanda. Isidor Boix: REFUGIADOS: También una vergüenza sindical







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Font: upec
07/05/2016
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