Homenaje a Angel Abad, padre fundador de CC.OO
No me alegra constatar mi poca simpatía con el manifiesto Para una nueva Europa que publica hoy el diario El País (1). Las personalidades que lo firman me llevan a cierto estupor, ¿cómo es posible que gentes de tanto peso pueden patrocinar un documento tan insulso y banal? Entre ellos se encuentra la firma de Felipe González, posiblemente su redactor principal?
Una lectura sosegada y no apriorística me propone la siguiente consideración: el manifiesto es, ante todo y sobre todo, una reflexión atemporal y genérica. Más todavía, la gravedad de los problemas europeos –incluso los citados en dicho papel-- no están vistos ni tratados con la seriedad acorde con las circunstancias, algunas de ellas dramáticas. Estamos ante un monumento a la vaguedad y la rutina. En todo caso, lo que más estridentemente clama al Cielo (y no digamos a la Tierra) es el olvido de la cuestión social». Esto es, el desempleo de masas, el frenazo (en unos casos) y la desregulación de los derechos sociales (en otros), el ataque al Estado de bienestar y al salario y, por supuesto, al qué hacer para salir de esa tormenta. Nada que decir, además, contra la consolidación y avance del autoritarismo político que recorre el viejo Continente. Ni siquiera algunos pespuntes de socialdemocracia.
No me alegra, pues, que este documento sea una expresión más del agotamiento intelectual y político de los firmantes. Y, en lo que respecta a algunos, de la expresión de la, cada vez mayor, distancia con la ciudadanía. En definitiva, estas personalidades nos proponen dosis de homeopatía como si estuviéramos en tiempos normales. Como si el parte meteorológico fuera de bonanza.
Por lo demás, estas personalidades escriben buscando nuestro reconocimiento. Con lo que me traen a la memoria la famosa advertencia de Mefistófeles a Fausto: «Quieres que te agradezca que me estorbas», que de esa forma tradujo para nuestro conocimiento el gran José María Valverde.