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Desde 1980, los casos de esta enfermedad en todo el mundo se han cuadruplicado. Los avances en investigación han mejorado los dispositivos para medir la glucosa en sangre y administrar la insulina, mejorando la calidad de vida de los pacientes dependientes de la insulina.

Cada vez que comemos sube la glucosa en sangre. Cuando se hace ejercicio, baja. Con cada actividad cotidiana se eleva o desciende. Pero también influyen el estrés y el nerviosismo (cuando el cuerpo se estresa baja el nivel de insulina y el hígado libera más glucosa), o las emociones que se tengan, como llevarse un disgusto, pueden alterar los niveles de azúcar. Es difícil imaginar lo que supone tener diabetes, una enfermedad con la que se vive las 24 horas al día.

Y son cada vez más los que sufren este trastorno crónico, que se produce cuando el páncreas no genera insulina (una hormona que regula el nivel de azúcar o glucosa en la sangre) -tipo 1-, o cuando el organismo no genera suficiente o no se puede utilizar con eficacia, a menudo porque hay resistencia a esta hormona -tipo 2-. Esta última representa más del 90% de los casos de diabetes en el mundo y está asociada a la obesidad, la inactividad física y el sedentarismo, y la alimentación malsana. La tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que se destruyen las células beta, productoras de la insulina.

Si en 1980 había unos 108 millones de casos en el mundo, en 2014 la cifra alcanzaba los 422 millones, según la OMS, cuyas proyecciones estiman que será la séptima causa de mortalidad en 2030. Precisamente por ese alarmante aumento de casos, se instauró en el año 1991 el Día Mundial de la Diabetes, que se celebra el 14 de noviembre. Al año mueren más de 1,5 millones de personas sólo como consecuencia directa de la enfermedad, sin contar los 2,2 millones de muertes por niveles altos de glucemia.

Las complicaciones crónicas son uno de los principales problemas que conlleva la diabetes y pueden afectar muchos órganos por los niveles de azúcar. Retinopatía que puede llegar a ceguera, fallo renal, amputación, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular… Y las potencialmente mortales: hipoglucemia grave y cetoacidosis, un trastorno que se produce cuando los líquidos del organismo se vuelven demasiado ácidos por la acumulación de cetonas (un tipo de ácido que se produce cuando se metabolizan las grasas).

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La diabetes tipo 2 es la más frecuente y en la que más influyen los malos hábitos de vida. Su tratamiento pasa por el control de la dieta, aumentar el ejercicio y la actividad física y, en algunos casos, medicación oral o insulina suplementaria cuando la anterior no es suficiente.

En el caso de la diabetes tipo 1, al no generar insulina los pacientes necesitan inyectársela constantemente para sobrevivir. En la década de los cincuenta y sesenta, la esperanza de vida si se tenía diabetes tipo 1 era de unos 40-50 años para la mitad de los enfermos. Un buen control de la enfermedad y de la glucemia evitan o retrasan la aparición de las complicaciones en los distintos órganos, lo que no sólo aumenta la esperanza de vida, sino su calidad y en este sentido es fundamental la aparición y mejora de distintos dispositivos para medir la glucosa en sangre y para administrar la insulina.

“A finales de los años 70 y en los 80 la única forma de medir la glucosa era en la orina o extrayendo sangre, pero el propio paciente sólo podía a través de la orina. Era un sistema complejísimo: había que mezclar la orina en una proporción adecuada con agua, se echaban unas pastillas en un tubo de ensayo… Además, era poco informativo, poco preciso. Las primeras tiras reactivas aparecieron en España en los 80 y eran mucho más grandes, requerían bastante sangre, tardaban más tiempo en dar un resultado, había que lavarlas con agua y había que mirar unos códigos de colores. Todo eso se ha perfeccionado, ahora tardan menos, necesitan menos sangre y son mucho más fiables”, relata Edelmiro Menéndez, jefe de servicio del Hospital Universitario Central de Oviedo (HUCA) y presidente de la Sociedad Española de Diabetes (SED).

Fuente: El Mundo/ Salud


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