Acabo de recibir el número 7 de la prestigiosa revista Historia, trabajo y sociedad. Es una publicación de la Fundación 1º de Mayo, que dirige José Babiano. La revista expresa, pues, la colaboración de la Fundación con los historiadores profesionales. Está especializada en historia social contemporánea y trata de ser un puente con otras disciplinas como la Sociología y la Antropología, la Economía y el Derecho, etc. Se trata de una revista por todo lo alto.
Cada vez que recibo un número de Historia, trabajo y sociedad me vienen a la cabeza tres cosas. 1) El alto nivel de las publicaciones de este tipo que cuenta Comisiones Obreras, por ejemplo la Gaceta Sindical y esta que comentamos; a mi juicio están entre las mejores del sindicalismo europeo. 2) ¿Cuántos sindicalistas, dirigentes o no, tienen el placer de leerlas y estudiarlas. 3) ¿Están visibles en las sedes sindicales facilitando su conocimiento para amigos, conocidos y saludados de Comisiones Obreras?
Por otra parte, la calidad de esta revista (profesional, tipográfica y de regularidad en su aparición) representa un gasto financiero considerable. ¿De qué manera hay que amortizarlo? Parece claro que aumentando el número de suscriptores; de otro lado mediante el intangible de su lectura y estudio. Porque, obviamente, a más suscriptores hay más seguridad en la sostenibilidad de esta revista; y a más lectores podemos presumir que se incrementa el nivel de conocimientos y saberes de la afiliación.
De ahí que, así las cosas, me permita una observación contundente: una organización, cuyos miembros no tienen una relación caliente con sus publicaciones, le falta un algo, un no sé qué. Dicho lo cual, acabo este elogio a Historia, trabajo y sociedad. Y me dispongo a leer el trabajo que ha hecho la doctora Úrsula Piñero: Benedict Anderson, una vida y una obra más allá de las fronteras. Después le meteré mano al resto de los trabajos publicados.