
El 23 de febrero de 1987, los cielos del hemisferio sur de la Tierra se iluminaron con la luz de una explosión estelar, que marcaba la muerte de una estrella masiva.
El 23 de febrero de 1987, los cielos del hemisferio sur de la Tierra se iluminaron con la luz de una explosión estelar, que marcaba la muerte de una estrella masiva.