
No es fácil tomar conciencia del tamaño y el enorme poder de nuestro Sol, una frenética bola de gas caliente de 4.600 millones de años y 1,3 millones de veces más grande que la Tierra, que emite viento solar (una corriente constante de electrones, protones y partículas atómicas) y que lanza sistemáticamente eyecciones de masa coronal, gigantescas nubes de plasma solar expulsadas con fuerza al espacio.
En los casos más extremos, las eyecciones de masa coronal y los vientos solares a alta velocidad pueden perturbar nuestro escudo magnético protector, provocando tormentas geomagnéticas en la Tierra.