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Una ola de calor puede provocar de por sí efectos en nuestro organismo, como el agotamiento y la deshidratación. Además, hay colectivos (ancianos, lactantes, niños y pacientes con patologías crónicas y dependiente) que son más vulnerables ante ese fenómeno. Y a ello hay que sumar la vigilancia a los medicamentos que pueden afectar sobre todo a la hidratación, pero también a la presión arterial o los estados de vigilia.

Según explica a Correo Farmacéutico Lourdes Martín, del Centro de Información del Medicamento (CIM) del COF de Sevilla, ante la llegada de una ola de calor, los medicamentos que debemos tener en cuenta especialmente son aquellos que pueden influir en el estado de hidratación del paciente.

En función del mecanismo de acción, hay que tener especial cuidado con aquellos que provocan alteraciones en la hidratación y/o trastornos electrolíticos; los que pueden afectar la función renal; los fármacos que presentan un perfil farmacocinético que puede verse afectado por la deshidratación; y aquellos que pueden alterar la termorregulación central o periférica. Asimismo, es importante prestar atención a los medicamentos que pueden inducir una hipertermia.

A modo de ejemplo, apunta Andrés Navarro, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital General Universitario de Elche y vocal de Hospitales del COF de Alicante, algunos tratamientos para la hipertensión (captopril, enalapril o losartan), «pueden producir o agravar un síndrome de agotamiento-deshidratación o de golpe de calor, ya que provocan alteraciones en la hidratación y/o trastornos electrolíticos y pueden afectar la función renal».

La aspirina o el ibuprofeno, entre otros, también pueden alterar la función renal (entre otras motivos porque disminuyen el flujo sanguíneo renal) y agravar el efecto del calor. Asimismo, existen medicamentos que pueden impedir la pérdida calórica, como aquellos con propiedades anticolinérgicas (algunos antidepresivos, antihistamínicos, antiparkinsonianos, entre otros). A esta pérdida calórica también contribuyen fármacos como los vasoconstrictores y algunos antimigrañosos.

Por otra parte, hay medicamentos que pueden producir una hipertermia, es decir, un aumento de la temperatura corporal y otros grupos pueden agravar los efectos del calor al bajar la presión arterial y alterar el estado de vigilia, como el diazepam o bromazepam. A ellos, se suman otros como los antiácidos, con «posible efecto laxante por la sales de magnesio», comenta María Jesús Hernández, titular de la Farmacia Blanquerías (Valencia). Y los propios laxantes, que presentan el riesgo de «deshidratación por diarrea osmótica», añade Hernández.

¿Cómo actuar?
Si algún paciente toma esos medicamentos, debe «consultar a su farmacéutico que le asesorará sobre qué precauciones tomar y si lo considera necesario remitirlo a su médico», añade Navarro. Martín incide en que «podemos considerar que los pacientes que toman este tipo de medicamentos, presentan un mayor riesgo de que su estado de salud se vea agravado por los efectos de una ola de calor (junto con ancianos, lactantes, niños, dependientes y crónicos)».


Y como norma general, «todo medicamento cuya apariencia exterior se vea modificada no debe ser consumido». A la hora de transportar los medicamentos, durante las vacaciones, por ejemplo, «debe evitarse guardarlos en la guantera o maletero del coche porque esos lugares alcanzan temperaturas muy altas”, concluye Navarro.


 

Fuente: Cuidateplus


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30/07/2019
Roberto
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