El título promete, vamos a ver cómo os lo cuento para que le veáis el sentido. Ante todo, os explico. Vaiana de Disney es una película de animación ambientada en Hawai antes de la llegada del hombre blanco. También os quiero aclarar que me encanta comentar libros o películas porque la enseñanza de la que hablo se puede ver muy bien reflejada en sus personajes y ser más fácil de entender. Vaiana es la heredera al trono de una isla paradisíaca donde todo es tradición y repetición, ningún isleño ha abandonado la isla durante generaciones y nadie de fuera ha llegado a la isla tampoco. Es una situación muy enquistada y hasta que no surge una crisis, enfermedad, ruina, divorcio, despido… (¿os suena?), la situación que poco a poco se iba atascando exige una respuesta nueva que Vaiana tiene que encontrar abandonando la isla. Lo de siempre, encontrar nuevas respuestas a situaciones viejas que no se habían solucionado con las viejas y cansinas respuestas.
El origen de los problemas de los isleños y de la cultura de Hawai en general era que un Semidios de origen humano, un hombre, Maui, había robado el corazón de la diosa de la creación Tefiti o Madre Naturaleza, Gaia…. Maui había sido abandonado de pequeño por sus padres y tenía una necesidad compulsiva de reconocimiento por parte de los humanos, hasta el punto de robar el corazón de Tefiti para regalárselo a la humanidad y así seguir siendo querido. Vaiana encuentra al semidios Maui y le ayuda a sanar el dolor de su abandono devolviéndole el equilibrio. ¿Cuantas veces hacemos cosas que no sentimos por sentirnos aceptados, queridos, valorados? Cosas incluso que van en contra de lo que queremos en realidad, el famoso aprender a decir “no”, o “si” si realmente lo sentimos así. Maui representa el poder masculino que busca y necesita ser valorado y reconocido, aunque tenga que arrasar con lo femenino, la madre tierra. Cuando el hombre aprende a sanar y expresar sus emociones comprende que es valorado por lo que es, no por lo que tiene como es la regla en el sistema capitalista, tanto tienes tanto vales, aunque para valer más no respetes nada ni te respetes.
Una vez sanado Maui ayuda a Vaiana a devolver el corazón a Tefiti que está en una isla, pero hay un monstruo de lava, Teka, que impide llegar a ella. Cuando después de mil peripecias Vaiana llega a la isla no encuentra a Tefiti en ella y se da cuenta que el monstruo Teka es la Diosa Tefiti transformada por la rabia, la ira y la traición de lo masculino. Vaiana se acerca al monstruo con el corazón y solo le dice “recuerda quien eres” y entregando el corazón consigue que Tefiti vuelva a ser ella misma, la Madre Tierra que Ama y Da desde lo Femenino. Cuando el dolor de lo femenino agredido por lo masculino se sane la Diosa puede perdonar al hombre y trascender así las diferencias en una unidad equilibrada más allá de los opuestos.
¿Cuantas peleas de pareja hemos tenido todos?, incomprensión, ira, despecho, ¿y cuantas veces lo hemos sanado? Evidentemente esta respuesta que da la película de sana unión entre el yin y el yang no interesa a un sistema que sobrevive gracias al divide y vencerás. Un sistema que fomenta la división incentivando la división entre víctimas y culpables cuando en último extremo somos todos personas heridas buscando sanación. Por eso en el título pongo que el mensaje de Vaiana es la sanación del mundo, la sanación de lo masculino y femenino junto con el planeta entero.
Cándido Granada Álvarez
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