“Fernanda, ya es hora”, dijo Samuel. Ella todavía no podía creer lo que había pasado. Llevaba varios minutos mirándose al espejo y tratando de asimilar todo. “Fernanda, Fernanda, ¿estás bien?”, le preguntó, pero ahora tocándole el hombro para que reaccionara. En la mente de Fernanda sólo había una cosa que le daba vueltas. “¿Por qué yo?, ¿por qué no otro?”

Samuel salió de casa, había mucha gente afuera esperando que ella diera unas palabras. “Les pido un poco de paciencia, Fernanda del Solar estará con ustedes en un momento”. Luego de diez minutos, estaba frente a decenas de reporteros. “Buenas noches. Gracias por estar aquí y por esperar. Sólo les digo que ni yo me creo lo que pasó”, expresó con una tímida sonrisa.

Al día siguiente, los diarios y medios de comunicación ponían en su portada a Fernanda del Solar. Ella se había convertido la noche anterior en la primera gobernadora de Estado, ganando y arrasando en las elecciones contra su más cercano competidor.

En uno de los diarios, un reportero citó la respuesta de Fernanda: “Como mujeres nos sabemos capaz de muchas cosas, de gobernar, de dirigir, de ser multitareas, de dar órdenes y de delegar; sin embargo, cuando detrás de ti pesa la corta edad y, para algunos, la no tan extensa carrera política, y a pesar de hacer tu mejor esfuerzo y de ofrecer las mejores propuestas de campaña, las costumbres arraigadas de la gente, los prejuicios, el machismo, el poder de partidos políticos y un sinfín de cosas, es difícil pensar que la gente voltee a verte más allá de todo esos ‘obstáculos’ y ponga su confianza en ti. Cuando vi los resultados, no lo creía, pero con esto me demuestran que las mujeres sí sabemos gobernar y se los voy a demostrar”.

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Por: C.C.A.C. | Categoría General.
 
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