Ella vive lejos, muy lejos. En el remoto horizonte del desierto y en la negra profundidad del bosque. Vive en un lugar tan recóndito, tan escondido, que solo lo encontrarás cuando estés realmente sin rumbo. Está hecha de todas las mujeres que fueron y que son, guardando en sus entrañas la esencia de cada una. Las mujeres que serán no la componen, porque es ella la que ayudará a sembrarlas en el curso de la historia. Tiene parte de las sumisas y de las rebeldes, de las valientes y las cobardes, de las fértiles y las estériles. Las solteras, las amantes, las abnegadas esposas… todas se reúnen en su vientre fecundo.

Y pasa que cuando una persona perdida llama a su puerta en busca de auxilio, ella le ofrece su hogar, su cama y su sexo. Si la persona extraviada tiene el alma oscura, en el yacer ella le siembra en su interior el cuestionamiento y la duda con la esperanza de que se vaya aclarando. Si el alma de la persona es de luz, recoge cada gota que le regala en la caricia, cada aporte sincero y bueno, y los retiene en su vientre hasta que su amante se duerma. Entonces ella sale de la choza y busca los terrenos que la necesitan. Los quemados por el fuego, los contaminados por la ignorancia, los arrasados por asfalto… Allí se acuclilla y entona su canción mientras pare sobre el suelo la semilla recibida, en una lucha permanente por restablecer el equilibrio. Después, al alba, regresa a su choza y como agradecimiento le muestra el camino a la persona perdida con el deseo de que, si no encuentra su destino, al menos se encuentre en el camino.

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Por: A.H.T. | Categoría La Rioja
 
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