Malva no quiere ver flores cortadas desde que cayó por aquellas escaleras, empujada por aquel señor que le regalaba tantos ramos de flores. Es por eso por lo que Malva tuvo que empezar a huir, aunque nunca fue capaz de reconocer que estaba huyendo. En su huida semi-inconsciente, Malva tiene una pesadilla recurrente: sueña que aquel señor reaparece sonriente entre ramos de flores, y ella le sigue aceptando aun a sabiendas de que esa aceptación entra dentro de lo peor que le puede ocurrir. Y cuando despierta, Malva dirige decidida sus pasos hacia la academia de Nuestra Señora de las Aladas, donde espera aprender a disfrutar de una metamorfosis secuencial hacia un estado hermafrodita. Quiere aprender a vivir en el mar desde el mar como una estrella, y en la tierra desde el cielo como un gurriato. Por lo que a las altas temperaturas respecta, no parece que a los señores que regalan ramos de flores cortadas les gusten los mares con seres hermafroditas, ni las tierras con aladas que incuban huevos. Malva no sabe si lo conseguirá, pero lo intentará. Y disfrutará conociendo a quienes ya lo han conseguido. Mientras lo intenta, Malva se ha vuelto más cuidadosa. También cuida de sus macetas, con malvas, geranios, y unas pequeñas flores silvestres que nacieron espontáneamente, todas ellas con raíces en crecimiento.

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Por: M.M.M.R. | Categoría General.
 
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