En la foto la minicumbre de Pol de Marx
Don Manuel Alonso Olea ha sido uno, en otros tiempos, uno de los juristas del trabajo más reconocidos de nuestro país. No pocos de los grandes operadores jurídicos españoles se forjaron en sus aulas. Sin ir más lejos, pongamos que hablo de don Joaquín Aparicio Tovar, activo militante de la nunca bien ponderada como se debe blogosfera de Parapanda: http://japariciotovar.blogspot.com.es/.
Corre por los mentideros del iuslaboralismo patrio el siguiente sucedido. En una reunión de trabajo se encontraban don Manuel (llamado por todos el Maestro), un jovencísimo Aparicio, un picapleitos bifronte y algunos más. En un momento dado, el picapleitos habló con cierto desparpajo: «Maestro, no digas esas cosas; peor todavía, no escribas esas cosas». (Las fuentes, rigurosamente consultadas, nos dicen que el tal sujeto tuteaba al Maestro).
El Maestro, respondió con extremada elegancia y en apariencia enigmática: «Lo digo y lo escribo, porque yo no llevo pleitos». Lo que fue interpretado por la mayoría de los devotos de don Manuel como una defensa del Derecho del Trabajo frente al rábula descortés que, tal vez, ya insinuaba el tránsito del iuslaboralismo al iusprivatismo.