El 21 de julio de 2020, Pilar Quijada, de 56 años, fue uno de los 48 salmantinos que recibieron un trasplante renal en el Complejo Hospitalario de Salamanca el año pasado, cifra notablemente más baja que en 2019 (64). “Soy una afortunada porque he podido recibir un órgano”, confiesa al otro lado del teléfono. Y es que, tras 20 meses en diálisis, ella fue una de las primeras en recibir la buena noticia de que había un riñón nuevo para ella, apenas unas semanas después de que el sistema de trasplantes recuperara la ‘normalidad’, tras prácticamente casi tres meses paralizado -la sobreocupación de las camas de UCI por pacientes COVID impedía realizar trasplantes, excepto aquellos de carácter urgente, de acuerdo a lo que cuentan desde la Organización Nacional de Trasplantes-.
Trasplantada por primera vez hace 12 años, Quijada aunque reconoce que intenta “sobrellevar esta situación”, el miedo sí la invadió cuando a partir de junio le empezaron a hacer las pruebas para realizar el trasplante. “El miedo era porque al ser inmunodeprimida no se sabe cómo va a reaccionar el cuerpo al virus”. Pronto ese temor se evaporó y medio año después de haber recibido un nuevo balón de oxígeno, Pilar asegura que las medidas en la Unidad de Trasplantes del Hospital eran exhaustivas: “Sí que iba muy tranquila a la hora del trasplante porque se analiza de forma detallada el órgano”.
Antes de su operación, Pilar se pasó largas jornadas en hemodiálisis -lunes, miércoles y viernes durante 4 horas diarias- durante los meses del confinamiento más severo: “No se podía faltar ningún día. Da igual que estuviéramos en pandemia o no. Había que ir”. Por eso, era su marido el encargado de acercarla hasta el Hospital, como una forma de evitar riesgos.
Quijada convive con esta afección -poliquistosis renal- desde hace 16 años. “Me lo diagnosticaron de casualidad. Empecé a tener taquicardias, fui a Urgencias. No tenía antecedentes familiares así que tardaron entre 2-3 años en diagnosticarlo. Fue muy duro asimilarlo”, relata. De ahí, que ahora sea capaz de relativizar y ya esté pensando en hacer la próxima escapada con su marido.
Descenso del 25%
La donación y trasplantes de órganos se han visto muy afectados por la ocupación de las camas UCI por pacientes COVID, de ahí que se haya registrado un descenso de un 25% respecto a 2019. En el año pandémico la cifra de trasplantes renales en el Complejo Hospitalario de Salamanca fue de 48, frente a los 64 que se realizaron en 2019. En España, el descenso ha sido de un 18,8%. Bien es cierto que hay que destacar que el desploma se registró durante los dos primeros meses de pandemia, posteriormente se ha logrado recuperar el ritmo. La donación de órganos cayó un 28% en Salamanca, frente al 22,8% a nivel nacional.
Grupo vulnerable
Las personas trasplantas son un colectivo especialmente vulnerable ante la amenaza del COVID porque para que su organismo acepte el nuevo órgano, son sometidos a un tratamiento que hace que sus defensas ‘bajen la guardia’ (inmunodepresión), tal y como explica el presidente en funciones de la Asociación para la lucha Contra las Enfermedades de Riñón en Salamanca, Juan Carlos Sánchez -también trasplantado hace 6 años-.
Pilar Quijada es una de las 48 personas que han recibido un trasplante renal durante el 2020 en el Hospital, una cifra notablemente más baja que en 2019
Fuente: lagacetadesalamanca.es