No cabe duda que el título de esta reflexión es una pregunta ambiciosa, tan ambiciosa como poco apropiada para la mayoría de las personas que creen en un solo Dios, los monoteístas. Recordemos, que, en múltiples religiones politeístas, los creyentes van cambiando de Dios según les convenga sin grandes aspavientos. Los monoteístas, más modestos, lo han sustituido por afición o devoción a determinados santos o vírgenes en los pasos de Semana Santa.
Nuevamente quiero hacer notar que no pretendo sentar cátedra de nada, esta es una reflexión en voz alta sobre mis opiniones de andar por casa sobre la divinidad. Había una frase que viene al caso y que decía, más o menos, que la vida era una aventura para ser experimentada y no un enigma a resolver. Cómo aún no tengo la paz suficiente para experimentar solamente el presente, le doy vueltas a la cabeza tratando de comprender un poco el “fregado” en el que estamos metidos.
A través de conversaciones con amigos sobre la naturaleza de la realidad, he podido agrupar, más o menos, cuatro grandes corrientes de pensamiento. En la primera, Dios no existe, ni está ni se le espera. Punto final. Incluso, peor aún, es la broma final de unos manipuladores de la raza humana para tenernos entretenidos.
Segunda opción, Dios existe, pero no pinta nada en este mundo, ni lo ha creado, ni se lo cree. Vendría a ser la visión a grandes rasgos de Un Curso de Milagros. Curso que me parece de una enorme validez, aunque le veo alguna objeción ética. Si total, este mundo es solamente una falsa ilusión creada por nuestro ego, ¿para qué preocuparse absolutamente de nada? Si nada es auténtico o real, y Dios lo confirma al no dignarse siquiera asomar la nariz por aquí, ¿para qué ser “buenos”? Es como si apareciesen unas naves extraterrestres para juzgarme por genocidio por las partidas de matar “marcianitos” que jugué en los 80. El ayudar a tu “hermano” se refiere a liberarse de la ilusión de esta realidad, pero según eso, no importa si lo haces a través de rituales satánicos o sentándote con él a ver Sálvame Deluxe.
Tercera opción, Dios existe peeeroooo…. existe también el Demonio. Clásica visión del catolicismo, Dios y el Diablo. Cosa que tampoco me convence porque si existe Dios omnipotente ¿por qué no le da de collejas al Diablo? O porque no puede ya que los dos son igual de poderosos… o porque no quiere, aunque pueda, vaya usted a saber por qué.
Cuarta opción, Dios existe y ha creado este falso mundo dual. Lo no-dual se desdobla para experimentar una dualidad ficticia. Y digo ficticia porque lo no-creado y no-dual no debería poder dividirse nunca, más que de forma metafórica. Hay una preciosa leyenda hindú donde explicaban la creación explicando precisamente esto: Dios, Brahma, queriendo experimentar lo que sería no ser Dios. Como al ser Dios no podía dejar de serlo, pidió ayuda a Shiva y Visnú. Estos le propusieron un juego arriesgado. Le pidieron a Brahma que se durmiera y cuando éste lo hizo, lo cortaron en múltiples trocitos. Pusieron un trocito en el corazón de cada ser consciente del universo, así, Brahma podía experimentar el no ser Dios, y sólo despertaría de su sueño cuando todos los seres conscientes del universo reconocieran a Dios dentro de ellos, y Brahma volviera a unirse hasta ser no-dual de nuevo.
A día de hoy esta última opción me parece la más viable. En terapia y en la vida, veo que todos somos más completos cuando conseguimos unir en nosotros aquello que estaba separado. Cuando conseguirnos convertir el dos en uno. Cuando conseguimos aceptar aquello que odiábamos, cuando conseguimos integrar aquello del pasado que nos carcomía, o cuando comprendemos que experimentar nuestro “desagradable” presente es nuestra única función real sin poner etiquetas, porque lo experimentamos, es lo que necesitamos para despertar a Dios en nuestro corazón.
Cándido Granada Álvarez
The post Reflexión mes : ¿Qué tipo de dios me conviene? appeared first on Canvi.