Mirada a un caso que conmueve
En agosto de 2009, Salah Hamouri cumplió más de 1600 días de prisión en Israel. Este estudiante franco-palestino de 24 años ha pasado gran parte de su vida entre rejas. Cuando tenía 16 años y empezaba su bachillerato, fue arrestado y pasó dos meses de confinamiento solitario en Mozkobieh, centro de interrogatorio y detención de Jerusalén, a pesar de su corta edad. Luego fue juzgado y condenado a cinco meses de prisión por colocar “propaganda antisraelí” en las escuelas; pasó su detención en la sección para menores de edad de la prisión de Hasharon, un sitio nefasto y reconocido por las graves violaciones a los Derechos Humanos que ocurren en su interior. Fue liberado en enero de 2002 y terminó la secundaria, ingresando a la Universidad de Belén para estudiar Sociología. En el curso de una investigación fue detenido por segunda vez, cuando tenía 18 años y pasó 4 meses en “detención administrativa”, una forma jurídica británica, utilizada por el estado israelí, que no requiere ni cargos ni juicio; este tiempo estuvo en diferentes guarniciones militares (algo prohibido por el Derecho Internacional).
Esta cadena de persecuciones se agravó cuando Salah fue arrestado el 13 de marzo de 2005 sobre la ruta de Ramallah acusado de participar en un complot para asesinar al rabino Ovadia Yossef, lider espiritual del partido de extrema derecha Shas, y también de pertenecer al Frente Popular de Liberación de Palestina. La prueba acusatoria presentada por las autoridades israelíes consistió en que tres meses antes de la detención, este joven había pasado en coche delante de la casa del rabino. Esto logró saberlo su familia después de que el “acusado” pasara tres meses bajo el régimen de “aislamiento e interrogatorio”. El archivo de su acusación permaneció vacío y estuvo prisionero sin ir a juicio durante tres años. Luego se inició un proceso durante el cual se convocaron más de veinte audiencias que se han postergado debido a la falta de testigos y de pruebas. Hasta el 17 de abril de 2008 cuando un Tribunal militar israelí lo condenó a 7 años de prisión con la acusación de “crimen de intención” y “conspiración”. Bajo la amenaza de una condena mucho más dura, Salah debió declararse culpable, lo cual es una práctica generalizada con los detenidos palestinos. En este momento cumple su condena en la prisión de Gilboa al norte de Israel, en donde sus padres no pueden visitarlo fácilmente; recuperará su libertad en noviembre de 2011.
No solamente la acusación no está sustentada con ninguna prueba sino que el tribunal que lo juzgó es de una jurisdicción de ocupación militar, situada en la colonia de Hofer, en Cisjordania, y por lo tanto, sin ninguna legalidad bajo el Derecho Internacional por ser un territorio ocupado. El de Salah no es un caso aislado; 11.000 prisioneros políticos palestinos llenan actualmente prisiones israelíes, más de 1.000 son menores de edad.
Salah Hamouri es hijo del ciudadano palestino Hassan Hamour y de la maestra francesa Denise Gidoux. Nació en Jerusalén pero es ciudadano francés. Desde 2005, la madre de Salah ha tratado, sin descanso, de lograr la libertad para su hijo sin éxito. La respuesta ha sido la indiferencia que contrasta con la actuación diplomática de Francia para obtener la liberación del soldado franco-israelí Gilad Shalit retenido en 2006, de los franceses del Arco de Zoé o de Florence Cassez, por no citar más que algunos. El poco interés para defender a Salah tiene relación con la política actual de muchos países de sostener incondicionalmente a Israel; con el enfoque erróneo de la globalización para la cual es más importante el comercio que la vida y la dignidad de los seres humanos..
A pesar de las campañas de solidaridad con este chico, que más que prisionero es considerado “rehén” y víctima de la ocupación israelí, existe un gran silencio gubernamental y desconocimiento dentro de la sociedad de casos como éste, que violan tan gravemente los Derechos Humanos.
Para más información se puede consultar la página www.salah-hamouri.fr.
Esta cadena de persecuciones se agravó cuando Salah fue arrestado el 13 de marzo de 2005 sobre la ruta de Ramallah acusado de participar en un complot para asesinar al rabino Ovadia Yossef, lider espiritual del partido de extrema derecha Shas, y también de pertenecer al Frente Popular de Liberación de Palestina. La prueba acusatoria presentada por las autoridades israelíes consistió en que tres meses antes de la detención, este joven había pasado en coche delante de la casa del rabino. Esto logró saberlo su familia después de que el “acusado” pasara tres meses bajo el régimen de “aislamiento e interrogatorio”. El archivo de su acusación permaneció vacío y estuvo prisionero sin ir a juicio durante tres años. Luego se inició un proceso durante el cual se convocaron más de veinte audiencias que se han postergado debido a la falta de testigos y de pruebas. Hasta el 17 de abril de 2008 cuando un Tribunal militar israelí lo condenó a 7 años de prisión con la acusación de “crimen de intención” y “conspiración”. Bajo la amenaza de una condena mucho más dura, Salah debió declararse culpable, lo cual es una práctica generalizada con los detenidos palestinos. En este momento cumple su condena en la prisión de Gilboa al norte de Israel, en donde sus padres no pueden visitarlo fácilmente; recuperará su libertad en noviembre de 2011.
No solamente la acusación no está sustentada con ninguna prueba sino que el tribunal que lo juzgó es de una jurisdicción de ocupación militar, situada en la colonia de Hofer, en Cisjordania, y por lo tanto, sin ninguna legalidad bajo el Derecho Internacional por ser un territorio ocupado. El de Salah no es un caso aislado; 11.000 prisioneros políticos palestinos llenan actualmente prisiones israelíes, más de 1.000 son menores de edad.
Salah Hamouri es hijo del ciudadano palestino Hassan Hamour y de la maestra francesa Denise Gidoux. Nació en Jerusalén pero es ciudadano francés. Desde 2005, la madre de Salah ha tratado, sin descanso, de lograr la libertad para su hijo sin éxito. La respuesta ha sido la indiferencia que contrasta con la actuación diplomática de Francia para obtener la liberación del soldado franco-israelí Gilad Shalit retenido en 2006, de los franceses del Arco de Zoé o de Florence Cassez, por no citar más que algunos. El poco interés para defender a Salah tiene relación con la política actual de muchos países de sostener incondicionalmente a Israel; con el enfoque erróneo de la globalización para la cual es más importante el comercio que la vida y la dignidad de los seres humanos..
A pesar de las campañas de solidaridad con este chico, que más que prisionero es considerado “rehén” y víctima de la ocupación israelí, existe un gran silencio gubernamental y desconocimiento dentro de la sociedad de casos como éste, que violan tan gravemente los Derechos Humanos.
Para más información se puede consultar la página www.salah-hamouri.fr.
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