Tres décadas aumentando la prevalencia de obesidad y sobrepeso y ningún país ha conseguido reducirla aún. Un estudio que acaba de publicar la revista British Medical Journal rescata del ‘olvido’ una medida que podría resultar “muy efectiva”: envases de refrescos y porciones de comida más moderadas.
Este tipo de políticas resultan polémicas. Nueva York es el ejemplo. Así como en 2012 las autoridades sanitarias de dicha ciudad aprobaron una normativa que prohibía los refrescos azucarados en vasos de más de 0,464 litros, dos años después y tras varios recursos interpuestos, el Tribunal del Estado rechazó definitivamente la entrada en vigor de la medida. De haber seguido adelante este proyecto, no se habrían podido vender refrescos o bebidas energéticas de gran tamaño y alto contenido calórico en restaurantes, cadenas de comida rápida, carritos callejeros, estadios, salas de conciertos, etc. Quedaban exentas de la regulación las grandes cadenas y supermercados, puesto que se rigen por la normativa estatal.
El objetivo del que era alcalde de Nueva York en 2012, Michael Bloomberg, era combatir la obesidad y la diabetes tipo 2 entre los neoyorkinos, pero finalmente no pudo ser.
Ahora, un equipo de investigadores de Reino Unido publica un informe en el que realizan algunas sugerencias para reducir las tasas de obesidad en el mundo que pasan por tomar la medida a las raciones de los alimentos y las bebidas azucaradas. Aunque las causas de la obesidad son complejas, se sabe que “comer más de lo que corresponde es un gran determinante y el tamaño de los envases resulta clave en esta tendencia“, argumenta Theresa Marteau, una de las firmantes del artículo y profesora de Comportamiento y Salud en la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Según la experta, en los últimos 50 años, el tamaño de las porciones, de los envases y de la vajilla ha ido aumentando. En 1950, por ejemplo, las hamburguesas suponían 3,9 onzas (una onza equivale a 28,70 gramos), las de ahora, 12 onzas. La bebidas han pasado de 7 a 42 onzas y las patatas, de 2,4 a 6,7. En cuanto a las raciones de filetes que se sirven en los restaurantes, el informe señala un aumento del 50% (de 160 gramos y 425 kcal. a 240 gramos y 640 kcal.).
Una revisión reciente de The Cochrane Library, la publicación de la Colaboración Cochrane (una organización internacional que revisa la evidencia científica), en la que también participaba Marteau como investigadora, señalaba que cuando se ofrecen raciones mayores, la gente consume más. Una regla sencilla que sugiere el efecto contrario. Tal y como apuntaba dicha revisión, eliminar las raciones grandes de la dieta podría reducir la media de energía diaria consumida entre un 12% y un 16% en la población adulta de Reino Unido, y entre un 22% y un 29% en los adultos estadounidenses.
Estos datos proponen la reducción del tamaño de las raciones, de los envases de las bebidas azucaradas y de la vajilla que se utiliza en la mesa como medida para que la tasa de obesidad descienda. El tamaño de las porciones importa, sobre todo en establecimientos como las confiterías y con alimentos industriales como pasteles, bollos y patatas fritas. Los envases de las bebidas azucaradas y energéticas también deben restringirse. Y, por supuesto, “limitar las ofertas que venden porciones más grandes a un precio más asequible que las raciones menores”, señalan los autores del artículo. Convendría también “eliminar de los anuncios con envases grandes”.
Tanto en las cafeterías como en los restaurantes y en casa, los expertos recomiendan utilizar siempre platos, vasos y cubiertos más pequeños. Este tipo de intervenciones, asegura Marteau, son relativamente más fáciles de implantar en organizaciones del sector público, tales como escuelas, hospitales, bases militares y prisiones. Tales cambios “plantean grandes desafíos” en otros escenarios relacionados con la industria culinaria.
Según los investigadores, la reducción de las porciones y los envases deberían alcanzar los tamaños que tenían en 1950, lo que conllevaría en muchos casos reducciones de más del 50%, especialmente en productos energéticos densos.“Esto es mucho más que el 5% ofrecido y negociado por la industria alimentaria en Reino Unido“, subraya Marteau. También ayudarías otras medidas como las sanciones por no participar en acuerdos voluntarios de este tipo. En todo este trabajo, la responsabilidad política está compartida con la de la industria alimentaria.
Otro estudio publicado esta semana en la revista The Lancet Diabetes & Endocrinology advierte que la dieta mundial es cada vez más dulce, sobre todo cuando se trata de bebidas. Según los expertos, el consumo de alimentos y bebidas con edulcorantes calóricos añadido está vinculado a un mayor riesgo de aumento de peso, enfermedades del corazón, diabetes y accidentes cerebrovasculares. Actualmente, el 68% de los alimentos y las bebidas envasadas en EEUU contienen edulcorantes calóricos y apenas el 5% se hacen sólo con los edulcorantes bajos en calorías. Establecer medidas para reducir el tamaño de las raciones ayudará a que tanto la obesidad como el resto de riesgos desciendan.
Fuente: Diario El Mundo