Profesionales la Unidad de Nefro-Urología del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla, han ideado un plan de ejercicios físicos progresivos para pacientes sometidos a un trasplante renal, tras superar la etapa inmediata en la UCI (24-48 horas), durante un promedio de 9-12 días, y hasta recibir el alta hospitalaria.
rofesionales la Unidad de Nefro-Urología del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla, han ideado un plan de ejercicios físicos progresivos para pacientes sometidos a un trasplante renal, tras superar la etapa inmediata en la UCI (24-48 horas), durante un promedio de 9-12 días, y hasta recibir el alta hospitalaria. El programa incluye fisioterapia respiratoria, que permite la permeabilidad de las vías aéreas y la eliminación de secreciones post-anestesia; ejercicios de flexibilidad, para reducir la posibilidad de lesiones así como disminuir el desgaste y el envejecimiento de articulaciones y de músculos; y ejercicios de fuerza y velocidad, sólo recomendados al alta médica para aumentar la condición física tras la recuperación total como, por ejemplo, andar, bicicleta y natación.
“Estas estrategias permiten y optimizan la rehabilitación del paciente lo más precozmente posible tras someterse a un procedimiento quirúrgico altamente complejo. Además, complementan un protocolo de enseñanza que resuelve las principales cuestiones referentes tanto al tratamiento farmacológico como al estilo de vida más adecuado que tras un trasplante demanda y precisa conocer el paciente”, ha expuesto Francisco González Roncero, del equipo de trasplante renal del centro.
El paciente renal, por su condición de inmunodeprimido, riesgo de síndrome metabólico y frecuente comorbilidad neuromuscular asociada, encuentra en la práctica regular del ejercicio físico los siguientes beneficios: aumenta su autoestima; activa su sistema inmune; mejora su capacidad aeróbica, fuerza muscular, salud ósea, perfil lipídico, tensión arterial y reduce el riesgo de desarrollar obesidad y diabetes, entre otros. “La idea es mantener el hábito del ejercicio como pilar básico de su tratamiento, que aporta beneficios físicos, psicológicos y sociales demostrados”, asegura Trinidad López Sánchez, enfermera del centro.
Para elaborar las pautas los sanitarios han efectuado, por un lado, una búsqueda bibliográfica de indicadores que facilitan la recuperación posquirúrgica y la forma física; por otro lado, han revisado las guías de práctica clínica y han analizado protocolos editados por sociedades científicas. Los ejercicios, finalmente seleccionados por su sencillez en la ejecución y comprensión, se adaptan a cada paciente en función de su forma física, nivel de movilidad, dispositivos y la repercusión en otros patrones de salud, siguiendo la valoración enfermera y atendiendo al nivel de dolor y tolerancia.
López Sánchez recomienda realizarlos con suavidad y de forma progresiva el tiempo recomendado; mantener una posición corporal alineada evitando los rebotes, respetando la zona abdominal y los dispositivos; evitar el cansancio o síntomas como la disnea y el mareo mediante una respiración adecuada durante el ejercicio, y no ejecutarlo tras la administración de hipotensores y diuréticos. “Para el futuro -concluyen- vemos interesante crear un proyecto y difundir la conveniencia de realizar este tipo de ejercicios en todos los pacientes hospitalizados, posquirúrgicos y los de estancia prolongada, con adaptaciones individualizadas según proceso y prescripciones”.