Hay un precioso cuento de Tolstoi, dónde habla precisamente de este hombre, el hombre más feliz del mundo. Cuenta que el Zar de Rusia estaba muy triste y no encontraba consuelo. A nadie se le ocurría nada para solucionarlo hasta que alguien dijo que si el Zar se ponía la camisa del hombre más feliz del mundo, se curaría de su angustiosa tristeza. Era una chorrada, pero como a nadie se le ocurrió nada más, salieron miles de nobles y soldados a encontrar la famosa camisa.

Fue un desastre, el rico estaba gordo y enfermo, el pobre consumido y cansado, el listo tenía mal de amores… la cuestión es que la camisa del hombre feliz no estaba por ningún lado. Hasta que de vuelta al palacio del Zar, encontraron a un hombre medio desnudo en un lago pescando truchas entre grandes carcajadas. Lo espiaron mucho rato y vieron que siempre estaba feliz y contento. Esperanzados se le presentaron y le preguntaron si se sentía el hombre más feliz del mundo, y este contestó que sí. Tenía una cabaña para vivir, un lago con truchas para comer, y una naturaleza maravillosa donde ser feliz. Ya en éxtasis le preguntaron si les podía dar su camisa, a lo que éste contesto que era tan pobre que no tenía, ni necesitaba camisa alguna.

Dejando aparte la posible crítica social del cuento, nos encontramos con la enseñanza de que la felicidad, así como el sufrimiento, no es algo que se pueda dar, pedir, o regalar. Cada uno tiene que gestionar sus emociones y cada uno tiene que encontrar el lugar en el mundo donde sea el hombre más feliz del mundo. Los cantos de sirena del consumismo, incluso del consumismo espiritual, sólo te llevan a la presunta felicidad de otros, del que está al otro lado de la caja.

Aunque todo lugar y momento es perfecto en tu vida, hay un lugar y momento perfecto en el que además eres feliz, eso es lo que debes encontrar. Para encontrarlo has de ser sincero contigo mismo, has de sacar muchas capas de miedo innecesarias en tu vida, para descubrir que es lo que realmente quieres, porque nadie te va a dar una camisa mágica que haga el trabajo por ti. Sólo conozco una forma en que la camisa de otra persona te haga ser la persona más feliz del mundo, y es si te la tira David Bisbal en un concierto.

Cándido Granada Álvarez.

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