El tráfico de órganos humanos constituye un delito y una amenaza para la salud individual y colectiva. Sus principales víctimas suelen pertenecer a sectores de la población más deprimidos, personas que acaban siendo explotadas e involucradas a la fuerza en esta actividad reprobada, de ahí que expertos clamen por una decidida acción internacional para acabar con esta lacra, según se puso de manifiesto en la Jornada celebrada en la OMC sobre “El papel del profesional sanitario en la trata de personas”.
Una jornada, organizada por la OMC, a través de la Fundación para la Cooperación Internacional (FCOMCI) y el Consejo Federal de Medicina de Brasil (CFM), que como destacó el vicepresidente primero de la corporación española, Dr. Serafín Romero, “ha resultado ser un exponente de cómo visualizar un grave problema mundial del que nos hacemos partícipes las organizaciones médicas tanto de España como de Brasil.
El doctor Romero, a su vez vicepresidente primero de la FCOMCI, fue el encargado de moderar la mesa sobre “Tráfico de órganos humanos”, que contó con la participación de los Dres. Rafael Matesanz, director Organización Nacional de Trasplantes (ONT); Dr. Donizetti Dimer Giamberardino Filho, consejero del Consejo Federal de Medicina de Brasil (CFM); y Dra. María Belén Estébanez, coordinadora de Trasplantes del Hospital La Paz, y médico especialista en Cuidados Intensivos.
Como señaló el vicepresidente primero de la OMC y FCOMCI, “tras este tipo de sucesos lo que se observa es una ineficiencia de modelos de trasplantes implantados en ciertos países, además, de un comportamiento sin escrúpulo de individuos que intentan lucrarse con este tipo de prácticas”.
De ahí que, además de una buena organización, “es preciso la implantación de medidas políticas de calado. Se trata, sin duda, de un problema de decisión política y de Gobierno, importante”, según indicó.
En ese sentido, celebró la buena marcha del modelo español desarrollado a través de la Organización Nacional de Trasplantes, liderada por el Dr. Rafael Matesanz, y en el que se han fijado ya un importante número de países. “Si hay algo de lo que nos podemos sentir orgullosos -añadió- es de nuestros sanitarios, de nuestro sistema de formación, y esencialmente de la marca ONT-España”.
Tráfico de órganos a nivel mundial
Tras su introducción dio paso a la intervención del director de la ONT, Dr. Matesanz, quien ofreció una visión global de la realidad sobre el tráfico de órganos a nivel mundial, a la que denominó lacra del siglo XXI, además de abordar las medidas más adecuadas para su erradicación a nivel mundial.
En el mundo se realizan anualmente del orden de los 120.000 trasplantes, cuando la demanda de ellos alcanza los 2 millones, ello significa que el trasplante sólo llega a uno de cada 20 demandantes. La desproporción oferta-demanda está bastante clara, como remarcó el Dr. Matesanz quien advirtió de un crecimiento de la demanda.
A la hora de abordar el tema del tráfico de órganos existe una serie de factores críticos que contribuyen a su existencia. Entre ellos destacó la escasez de donantes, tanto vivos como fallecidos para atender la actual demanda, así como el factor económico, teniendo en cuenta que el 20 por ciento de la población mundial maneja el 80 por ciento de los recursos y viceversa.
Aunque se desconocen las cifras reales, la OMS estima que alrededor del 10 por ciento de los trasplantes que se realizan en el mundo, se hacen a través de alguna forma de comercialización, es decir, hasta 10.000 trasplantes se realizan de esta forma, pero podrían ser más, dada la clandestinidad de este tipo de actividad. Más de las dos terceras partes de las demandas de órganos, o lo que es lo mismo un 75 por ciento, son de riñón, según señaló Matesanz, quien recordó que en este tipo de operaciones intervienen muchos agentes desde brokers internacionales, profesionales, mafias, compras por internet, médicos, hospitales, etc.
La situación explosiva que rodea al tráfico de órganos tiene que ver con gente con un elevado poder adquisitivo, con una patología que puede ser resuelta vía trasplante, frente a un colectivo muy marcado por la pobreza y que es sometido fácilmente a la explotación.
Los principales compradores de órganos son EE.UU., Japón, Europa Occidental y también Israel, Emiratos árabes que se los compran, principalmente, a Pakistán, que es el principal vendedor de órganos humanos seguido de Filipinas, Sudeste asiático, China, considerada la meca del tráfico de órganos durante muchos años sobre todo con población reclusa, y países del Norte de África como Egipto, Libia y Sudán. América Latina tampoco se ve libre de este problema. Perú, México y América central, entre los más afectados.
Es evidente la necesidad de una acción internacional, y seguir en la estela de acciones como la reciente Declaración de Santiago de Compostela o como la Declaración de Estambul de 2008 que pretenden que todos los países se involucren en la lucha contra este tipo de acciones, aunque no se podrá avanzar sin una decidida acción internacional.
No obstante, como sostuvo, la “acción debe empezar por casa”, y puso como ejemplo a España que a partir de 2010 empezó a responsabilizar a sus ciudadanos que se fueran a comprar un órgano al extranjero.
La posibilidad que se dé aquí un trasplante ilegal es remota, según indicó, aunque se refirió a dos intentos de tráfico de órganos. Uno, en 2014, relativo a la compra de “una parte de un hígado”, por parte de un ciudadano libanés. Otro relacionado con la compra de un riñon por parte de una mafía de Europa del Este se detectó en la provincia de Tarragona, ambos detectados por la ONT en colaboración con agentes de la policía.
Finalmente, el Dr. Matesanz apeló a la colaboración de los médicos que son los que pueden detectar estos casos y, en consecuencia, poner freno a esta lacra del siglo XXI.
Redes internacionales
El Dr. Donizetti Dimer Giamberardino Filho profundizó sobre las redes internacionales que se dedican a este tipo de delitos, partiendo dela definición sobre “tráfico de órganos” establecida en la “Declaración de Estambul” de 2008: “Reclutamiento, transporte, transferencia, refugio y recepción de personas vivas o muertas o de los respectivos órganos por medio de amenaza o utilización de la fuerza u otra forma de coacción (…) para fines de explotación a través de la remoción de órganos para trasplante”